
En el día de la madre, o unos diitas más, se me ha antojado bloggear un trabajo que hice con el mismo motivo pero en mis épocas colegiales. Pongo el parche, (mismo Mariátegui) no he querido cambiar absolutamente nada. Ni una coma, ni un punto ni nada. Seguir lo que dice la mayoría te ayuda a salir de los problemas; y en este caso, la myoría dice que siempre es bueno corregir lo ya hecho. Pero hoy me siento como Aldous Huxley, quien en su prefacio del libro "Un mundo feliz" cuenta que no cambiaría nada de manuscrito, asi hayan pasado 20 años para su publicación. El prediere dejar su obra "tal como está lo bueno y lo malo". Hoy pienso igual, no cambiaré nada de lo que escribí a mano 4 años atrás. Por miedo, talvez, a impregnar tal obra con pedazos del Diego actual, o por miedo a quitarle la picardía de la preadolescencia, o, talvez, por simple y mero capricho. No importa elm otivo en realidad. Aquí les va, y sbretodo a tí MAMÁ (ella la lo leyó, por supuesto):
Mi mamá, Doña María Cristina Meneses De Hernández, una mujer nacida un 7 de Enero de 19... (sin comentarios) en Lima, hija de Juana Yauli (Gracias a ella, sangre ayacuchana corre en mis venas) y José Meneses, un limeño bien criollo. Fue la mayor de 9 hijos, siendo; por eso, a la que le tocó madurar más rápido y c on las ideas más ortodoxas que mi abuela y las monjas de su colegio le pudieron inculcar.
No fue, precisamente, la más avispada de su clase, sino, una chica tranquila a la que se le podía reconocer por sus, digamos, respetable talla, sus artísticos cuadernos y su función de abanderada en días festivos.
Todo esto fue la historia de mi Mamá en su adolescencia, sin olvidarme de sus abuelos por parate de madre, a los que amó como si fuesen sus padres; y a los que yo, sin conocerlos, también quiero mucho.
La conosco 16 años y un poco más, y aunque a veces la molesté con "sus hijos" (con cariño, por si acaso), siempre he visto en ella, mucho desprendimiento.
recuerdo en mi infancia a mis uniformes, del jaardin de niños, bien almidonados, que; aunque picaban un poco, causó envidia entre las madres de familia, la botadera de plata en rollos fotográficos para inmortalizar los momentos más vergonzosos de mi vida, los cuales tengo que revivir con cada persona que visita mi casa.
No me puedo olvidar de sus regaños salomónicos que me ganaba con cada travesura que se me ocurría o con cada cosa que hacía sin pensar, Los, antes no me causaban mucha gracia, pero ahora es punto de burla en comidas familiares.
Ni que decir del menú, hasta ahora no encuentro restaurante con mejor sazón que la de ella; no hay rival para su tradicional causa rellana, ni para su ají de gallina, ni menos para sus alfajores.
Ella fue uno de los factores de mi inolvidable adolescencia, no sólo por los gratos recuerdos; sino, también por nuestros memorables discuciones, Las agradesco mucho, ya que aprendí de ellas
Si me pasara escribiendo todas las peripecias de nuestra relación, me faltaría hoja, pero cmo lo mucho que la conosco puedo decir que me tocó una de las mejores, no puedo pedir otra, aunque tengamos ideas diferentes o caracter fuerte y orgulloso (más orgulloso en mi caso); o aunque nos gane ese deseo de sentirnos La victima en cada discusión, tengo que aceptar que mi vida no sería la misma sin ella.
Por esto y todo lo demás te deseo de todo corazón, un feliz Dia... Mamá.
P.D: Al parecer mi l de colegio no discriminaba entre mayusculas y minusculas.
Diego!