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martes, 12 de abril de 2011

Primera vuelta: el gol de una guerra avisada y el caso Castañeda

El 10 de Abril se celebraron en Perú las elecciones para escoger al presidente para el periodo 2011-2016. Y aunque ya era evidente que Ollanta Humala iba a liderar los comicios, la gran consigna era quién lo iba acompañar en la segunda vuelta. Keiko Fujimori, PPK y Alejandro Toledo eran los candidatos en los que aún se podía reservar una poca de esperanza -el caso Castañeda no merece mayor mención, pero para licuar mis furias le dedicaré unas líneas más adelante.

Todos saben el resultado. Hasta ahora, el último conteo realizado por la ONPE al 92.754% situa a Ollanta Humala en el 1er lugar con 31.721%, a Keiko en segundo lugar con 23.465% y en tercer lugar a PPK con 18.691%. Lo más lógico es que la segunda vuelta se celebre -no estoy seguro que el verbo refleje mi verdadero estado de animo al respecto- entre el partido de Gana Perú y Fuerza 2011. Escenario que ya había sido vaticinado por unos y vetado por otros.

SIDA o cancer. MVLL ya había comparado la contienda electoral entre Ollanta y Alán con semejantes apelativos. No se arrepiente y no dudó en volver a usarlos en esta ocasión. Y, aunque nunca entendí que chaplín le corresponde a cual candidato, por el bien del país nos toca escoger uno de ellos y no optar por blanquear o viciar el voto.

Pero, si el país ha tenido un progreso sostenido y ya la gran mayoría -me incluyo- pensaba que el nacionalismo ya no tenía mayor sustento, ¿Por qué ahora nos sorprenden con tan calamitosa realidad? Bueno, yuca a la vista a otra vez. Esta vez no nos la metieron, nos la metimos nosotros mismos. Un reparto de riquezas no equitativo -esa palabra me suena demasiado cliché pero es necesario usarla- excluye totalmente la idea de desarrollo y progreso de un país. Talvez le funcione a un par de familias, o un par de distritos o ciudades, talvéz podamos ver novedades atractivas en las calles, y dejarnos llevar por la ilusión que el consumismo nos ofrece, pero lo cierto es que lejos de esa ilusión una pobre realidad gritaba con amargura y pena; y cansada de tanta promesa, chamullo e hipocresia decidió gritar con más fuerza y cachetear a todos aquellos que no les pegaban la mínima de importancia. El precio que se tendrá pagar será la democracia.

A pesar de la pena y colera que pueda sentir, no me atrevo a si quiera cuestionar el voto de aquellos que cansados de la eterna promesa del desarrollo, vieron en Ollanta o Keiko la esperanza de una poca de atención, de una poca de respeto y otro tanto de progreso. Por años, un grueso del país ha vivido al margen de las transacciones que se puedan hacer en nuestros centros financieros. El único recuerdo que deben tener de un país civilizado debe ser un par de ollas o gorros que les regalan algunos políticos cada 5 años. Su voto materializa la eterna queja hacia un Perú que no considera la existencia de todos y cada uno de los peruanos.

Ahora, el proximo sepelio de la democracia no es obra exclusiva del voto decepcionado e insatisfecho del actual modelo económico. Hay otro grupo que carga con mayor responsabilidad. Aquellos que se llenan la boca en defensa de la democracia, pero que en la practica solo persiguen sus propios intereses. Si realmente los candidatos pro democracia buscaban el bien común y el progreso del país, nada les debió costar sentarse comentar propuestas y posiciones, y encontrar un punto en común que los una en una fuerte alianza. Dicha posibilidad que resuena por su exceso de idealismo sucumbe ante el orgullo, la vergüenza del que daría "el brazo a torcer" y los intereses de cada partido. Toledo y PPK talvez se puedan excusar en las encuestas de intención de voto que los situaba en constante empates técnicos y muy cerca a la segunda vuelta; pero el caso Castañeda no tiene perdón.

Con 10% de intención de voto el pobre candidato del sol radiante (amarillo patito) no quiso de ninguna manera dar un paso al costado para fortalecer el canalizar el voto por la democracía. Su participación a traves de las semasn previas al 10 de abril ha sido bochornosa. Autoproclamarse el ganador del segundo debate presidencial 2011 fue enteramente un suceso cínico; y si no, conmovedor. Afirmaba con total seguridad y sin una gota de sangre en la cara que "lo verán en segunda vuelta" y que las encuestas que le daban una baja intención de voto no era confiables. Un poco desconfiado el ex-candidato. Sin embargo, le tocó enfrentar lo que largamente había postergado. Aceptar la derrota política ante un electorado que pedía a gritos que el espectro de alternativas para el voto democrático disminuya fue la gota que colmó, por lo menos, mi vaso. Una falta de respeto y consideración por el pais que ahora ha provocado que otra vez el futuro del Perú peligre.

Divide y vencerás. Así funcionó.
Fotografía tomada de minuto30.com

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